Las Armas y las Letras (Andrés Trapiello.)

Las Armas y las Letras, de Andrés Trapiello.

Una vez que se "abrió la veda", la propaganda se convirtió (y era la primera vez que ocurría en la historia), en el arma más potente de todos los ejércitos. La munición más eficaz de que disponían los gobiernos de Valencia y de Burgos.

“La propaganda de uno y otro bando quiso poner desde el principio de la guerra al mayor número de intelectuales, artistas y escritores de su parte en uno de los platillos de la balanza, dejando el del enemigo lo más desasistido posible.” (Las Armas y las Letras)

Cuenta Trepiello en su SPPs que se quedó horrorizado cuando descubrió que el título "Las armas y las letras", ya se le había ocurrido a alguien antes que a él. En realidad se trata de una locución clásica referida a hechos de guerra que sepultan la literatura, o al revés, literatura nacida de la experiencia de la guerra.

"Cuando truena el cañón, llora la guitarra"

Estamos ante una obra “a medio camino entre la historia y la literatura,” donde el autor nos cuenta la vida, obra y milagros de los escritores que vivieron la guerra civil.

En qué medios escribían, sus amistades de antes de la guerra, sus amistades de después, de que bando se pusieron (los que tuvieron opción), que salió de sus plumas antes, durante y después del conflicto; y lo que fue de sus vidas después.

Desde Vicente Aleixandre y García Lorca, hasta Josep Pla y Otero Pedrayo (harían dúplex en el mus) pasando por Unamuno, Baroja, los Machado, Benavente, Cernuda, Alberti, Madariaga, Cunqueiro, Torrente Ballester… los conocidos, pero también otros que (al menos para mi) no lo eran tanto, y que Trapiello pone a nuestra disposición para que uno, si quiere, los disfrute.

Pero antes de seguir, debo advertir que algunas eminencias del mundo académico, han criticado a "Las Armas y las Letras" por dar una información “tan desigual como fragmentaria"; catedráticos que encuentran deplorable que la obra no tenga un índice de citas.

Nunca hay que saltarse los prólogos de Trapiellu.

Vale.

Aleixandre - Lorca - Pla - Otero

Estas eminencias desconocen que Trapiello (gran cervantista) es de la misma opinión que el autor de las aventuras del señor Quijana:

“¿Cómo que es posible que cosas de tan poca monta y tan fáciles de remediar puedan ser capaces de suspender y absortar un ingenio tan maduro como el vuestro, y tan hecho a romper y atropellar otras dificultades mayores.?" [del Prólogo del Quijote]

El caso es que Trapiello reivindica la obra por su brillo literario, sin dejarse llevar por la vinculación política de sus autores.

Por ejemplo, no tiene reparos de calificar de ramplona la obra de algún afamado poeta progre del 36... y esto es lo que indigesta a los catedráticos más sectarios.

También hay quien se molesta porque que las Armas dedica Letras a ensalzar escritores olvidados de la banda diestra, autores que, hoy día, no están en el candelero mediático.

Es lo que hay. Aunque tampoco entiendo el motivo.

¿Acaso ideario político y aptitud literaria se heredan en el mismo gen? Para mi que hay demasiada gente viviendo de que la guerra civil no se acabe nunca.

Todo en orden.

Trapiello lo cuenta como le parece. Y a mi, me encanta.

El libro nos descubre numerosas anécdotas, a las que soy muy aficionado: por ejemplo, la de Carlos Morla Lynch, el diplomático chileno que visitó a Rafael Alberti para ofrecerle asilo político cuando los moros de Franco ya estaban acampando en la Plaza Mayor de Madrid. El chileno apunta en sus diarios (sorprendido), que se encontró con que Alberti que estaba obeso.

Él bien sabía que después de tres años de asedio —comiendo raciones de campo de concentración—, en Madrid era imposible ser una persona decente sin haber perdido, al menos, un diez por ciento de peso.

Alberti nunca fue al frente aunque tenía edad para ello. Se pasó la guerra componiendo tremendas estrofas guerreras para azuzar a los demás. Mientras, lejos del peligro, el poeta se daba una buena vida de Okupa en el palacio de los condes de Heredia Spínola.

Trapiello no lo cuenta tan crudo como yo, pero lo da a entender con su inconfundible estilo. (Esto es lo que más cabrea al club de las barrigas agradecidas).

Los diarios de Carlos Morla Lynch es una de las muchas joyas escondidas que nos descubre Trapiello: los diarios de un diplomático chileno que las pasó canutas intentado alimentar a los 2.000 refugiados asilados en su Embajada, mientras Madrid permanecía sitiado y con el Gobierno Republicano huido en Valencia.

He hablado de Carlos Morla a propósito de las memorias del suegro de Raphael (con ph) y también en este salvoconducto.

*      *      *

A mi me la refanfinfla que Las Armas y las Letras no tenga citas, en cambio, me ha resultado muy útil su cronología de “hechos de letras” paralela a la de “hechos de armas.”

Útil porque, por ejemplo, aclara bastante la polémica sobre el famoso "pique" entre Unamuno y Millán Astray.

Veréis:

  • 20/Ago/1936: El gobierno de la II República destituye a Miguel de Unamuno de su cargo de rector vitalicio de la Universidad de Salamanca y de cuantos cargos desempeñaba en el Ministerio de Bellas Artes.
  • 1/Oct/1936: El general Cabanellas publica en la zona nacional un decreto confirmando a Unamuno en todos sus cargos académicos. Cabanellas era el presidente de la "Junta de Defensa Nacional", el primer órgano de gobierno que crearon los sublevados antes de que Franco se adueñara del cotarro.
  • 12/Oct/1936: Celebración en el Paraninfo de Salamanca del día "de la Raza" ¿Más que palabras?.

  • 22/Oct/1936: Franco cesa fulminantemente a Unamuno de todos sus cargos académicos. (Recién nombrado "generalísimo").
  • 31/12/1936 (Noche Vieja): Unamuno muere asqueado, con los pies metidos en un brasero.
Unamuno a la salida del Paraninfo de Salamanca, donde aconteció el célebre encontronazo con Millán Astray. Para hunos, en la foto parece increpado por falangistas, hotros lo ven siendo saludado a lo romano, bien tutelado por Doña Carmen Polo.

Que nadie se me asuste, Las armas y las letras no es un ladrillo de datos, al contrario, su lectura es agradable (incluso tras una segunda vez) y como ya he dicho: plagada de interesantes anécdotas.

Un libro que te mete el gusanillo de buscar más.

Las Armas y las Letras es uno de esos libros que te mete el vicio de leer otros libros, te invita a lanzarte a descubrir autores desconocidos, y otros que no lo son tanto.

Gracias a "Las armas y las letras" he descubierto las crónicas "Al Servicio del Pueblo" de mi admirado periodista José María Carretero Novillo y los cuentos de "A Sangre y Fuego" del también periodista Manuel Chaves Nogales.

También "La Revolución vista por una republicana" de la exiliada Clara Campoamor, los mencionados diarios de Carlos Morla Lynch, el imprescindible "Asedio de Madrid" de Eduardo Zamacois y la no menos indispensable trilogía de Salvador García de Pruneda: "Los libros de Retamares".

Siguiendo con el símil del mus, valdrían para un órdago a la grande, aunque no hagan buenos pares.

¿Que más se puede pedir a las Armas y las Letras?

Que es un libro al que siempre acabas volviendo: cuando me encuentro algún autor que no me suena, recurro a "Las armas y las letras", a ver que se cuenta Tropiello.

Afortunadamente, aunque no tiene citas, contiene un estupendo índice onomástico.

Lo dicho: un gran libro.

!Novedad 2019!:

A pesar del manifiesto desprecio de los catedráticos, después de 25 años de su publicación, "Las Armas y las Letras" sigue despertando interés lector.

En el 2019 se ha publicado una nueva edición corregida y aumentada con nuevas aportaciones de su autor.

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